Pasó el tiempo. Pasaron años! Pasó que pasa la vida y pasan muchas cosas, algunas se quedan, otras no. Dos hijos. Que vienen, nos revolucionan, nos hacen volver a mirarnos al espejo, y se quedan. Nos cuestionan. Nos desafían. Nos hacen amar como nunca antes. Y se quedan. Nos hacen crecer. Nos hacen volver a entender de qué se trata todo. Y no entender absolutamente nada. Nos demandan, exigen como ningún trabajo lo hace, como pocas cosas en la vida. Y lo hacen aún antes de cumplir los dos años.
Mi hermoso y grandote Leonard cumple 2 en diciembre. Es grande, es el hermano mayor. Sabe qué quiere y qué no. Entiende, aprende a la velocidad de la luz. Observa, escucha, piensa. Construye oraciones de 7 palabras en español. De dos en alemán. Es un early bird. Nacio 3 semanas antes, dejando un sabor amargo en ese embarazo que tanto disfrutaba. Pero supo reparar ese tiempo ausente en mi, con todos sus besos y abrazos, presente en mi. Con su curiosidad infinita. Con sus piedritas. Con su agua. Con su perro salchicha. Con su leche a las 5 de la mañana. Con su yeso a los 10 meses de vida. Con su boca abierta cuando corre hacia mi. Con su lengua afuera cuando se concentra. Con su amor por su hermana, a pesar de ya no ser el único. Ama a Elena.
Elena nació el 22 de Agosto, no cumple todavía 3 meses. Es pancha. Es dormilona. Es tranqui. Es muy chiquitita, "fresca" como dicen aqui. Hoy movió su brazo izquierdo con mucha voluntad, como direccionándolo por primera vez. A quién le puede interesar? A nosotros 4, y ya es mucho.
Hoy, un 4 de Noviembre, ya no puedo dejar seguir pasando el tiempo sin registrar todo lo aue pasa en mi, intentando dejar de lado lo subjetivo, para hablar de cosas que nos pasan a todos, que al final tambien son subjetivas. A veces teorizar mucho no tiene sentido para nada.
Dejé a Jürgen en casa al cuidado de los dos y me fui. Porque hoy mas que nunca tengo que parar. Parar para pensar, para expresar, para preguntarme y contestarme. No tengo que pensar en el para qué, sólo dejar ser. Porque a todos nos pasa. La vida nos pasa. En especial a los padres y madres. En un tiempo en el que dedico mi cuerpo y alma a ellos, a dos niños, no, bebés, tengo que parar y saber qué me pasa a mi. Con ellos, conmigo, con la maternidad, con la distancia.
Me pasa el amor, de eso no hay dudas. Pero no por eso es menor. Es un nuevo amor, encadenado al temor, a las expectativas. A la culpa. Es sin dudas ese amor incondicional del que se habla. Es el amor más puro, honesto y crudo que pueda existir. Es el amor más generoso. Es un amor eterno confirmado.
Me pasa el temor a no ser suficiente. A no entender y confundir. A no dar lo que necesitan, a no aguardar a los tiempos adecuados, no limitar lo que les hace mal. El temor a hacer las cosas mal.
Me pasa la sobreexigencia de todo lo anterior y al mismo tiempo sonreir, mostrarme segura, disfrutarlos, motivar su creatividad sin guiarlos, dejarlo ser niños y demostrarles cads día, de manera eficiente cuánto los amo.
Me pasa la culpa. Uh. No. Basta. No otra vez. Pará. De verdad. Suficiente. Pido. Muerte a la culpa.
Me pasa que soy una mujer con sus dificultades y su fuerza. Que quiere encontrar el balance en todo. Que quiere todo. Que necesita que le digan que está todo bien. Que precisa verlo con sus propios ojos. Que no es perfecta y no está aún segura de no querer serlo. Que tiene preguntas que jamás descansarán. Una mujer de 35 que estrena maternidad y a veces le duele la espalda. Y a veces sólo quisiera irse a bailar. Tener tiempo para leer. Ducharse sin apuro. Desayunar un jugo exprimido. Mirar hacia un solo lugar. Tener algo inteligente para twittear. Saber qué es instagram. Conversar y conversar y conversar con sus amigas que están lejos. Reencontrar su rumbo, recuperar el equilibrio. Y darse cuenta de que tener dos hijos tal vez sea tocar el cielo con las manos y entonces ahora qué más? Quizá sea ésa la gran revolución espiritual a la que me tenga que acostumbrar. O tal vez no. Tal vez todo se trata de entender que ya la vida no transcurre en soledad, sino que parte de uno, parte de mis entrañas camina y respira en el jardín, en casa de sus abuelos, que busca amor, que teme a lo que no entiende, que necesita mi abrazo y seguridad.
Creo que todo lo veo. Sólo se trata de tener seguridad. Confiar y disfrutar. Porque la vida pasa y esto no vuelve más. Por favor, diganme que todo está bien. Que ellos van a estar bien.
"Siempre habrá un conflicto entre lo que sé y lo que siento". E.M Cioran.